Por : Rodrigo Villalba Mosquera.
Esta semana que termina fue crítica para el presidente Petro y su gobierno, también para el país, porque los colombianos queremos que al gobierno le vaya bien, así le iría bien a nuestra sociedad. Nadie puede soslayar la difícil situación cuando el Consejo de Estado suspende el Decreto con que el presidente asumió las funciones para definir las tarifas de energía, como la sala plena de la Corte Constitucional resolvió que en casos excepcionales podrá suspender leyes que estén en marcha mientras estudia de fondo las demandas que se hayan presentado y evitar que se siga desarrollando actividades contra la Constitución, argumentando que el máximo tribunal tiene la función de guardar la integridad y la supremacía de la Carta Política en los estrictos y precisos términos de su artículo 241.
Como si fuera poco lo anterior, el presidente de la Republica, ante los rumores de que su hermano Juan Fernando y su hijo Nicolás estarían involucrados en bochornosos actos de moralidad, tanto en la campaña presidencial como recientemente, le solicita a la fiscalía que los investigue.
Después de varios días de protesta una beligerante y agresiva guardia campesina se toma las instalaciones de la petrolera EMERALD ENERGY ubicada en San Vicente del Caguan – Caquetá, generando un enfrenamiento con la fuerza pública, con un trágico y desmoralizador saldo de un campesino muerto como un integrante de la policía (degollado) y el humillante secuestro de 79 miembros de la fuerza pública.
Con la salida de los ministros de educación, deporte y cultura, se observa crisis al interior del gabinete. Como lo evidente es incontrastable, el panorama descrito en esta columna puede afectar la gobernabilidad, se requiere propositivamente hablando un timonazo, en búsqueda de puntos de encuentro y desencuentros con los distintos actores del país, como lo dijera Álvaro Gómez Hurtado, un punto de encuentro en lo fundamental al medio de las diferencias, generando un clima favorable en la agenda pública, está de por medio muchas cosas, pero fundamentalmente el trámite del Plan Nacional de Desarrollo, que es la bitácora, la brújula, el eje de las propuestas de gobierno materializadas en una ley superior de inversiones y de políticas públicas para desarrollarlas en el cuatrenio.
Podemos estar tranquilos, que, a pesar de las vicisitudes, el Estado de Derecho con la institucionalidad e instrumentos de pesos y contrapesos en Colombia funciona. En momentos de dificultad, se requiere mesura tanto de los líderes del gobierno como los de la oposición, donde debe salir a flote el conocimiento y la sabiduría de los mejores hombres y mujeres en cosas de Estado.
Quiera Dios, que estos nubarrones en el firmamento de la patria sean pasajeros, donde mejores días estén por llegar, para el bien de todos los colombianos.